Los germinados son uno de los mejores alimentos a incorporar en nuestra dieta diaria. Cuando hacemos brotar una semilla, la estamos llamando a la vida, y cuando la tomamos, nos estamos comiendo un alimento lleno de energía vital.
Los germinados nos ayudan a hacer la digestión de los macronutrientes, combaten desórdenes digestivos como la anemia, son reconstituyentes y grandes depurativos, además nos aportan una gran cantidad de minerales y vitaminas. Cuando la semilla se germina, aumenta su valor nutritivo, destacándose el hierro y la Vitamina C.
Lo genial de la germinación es que es muy fácil hacer tus propios germinadores en casa.
Puedes encontrar muchos en el mercado, puedes germinar desde en un colador hasta en un germinador de autor riego por bandejas, vaso germinador, etc. ya que hay gran variedad de tamaños, figuras y colores. Para hacerlo práctico y poder ponernos manos a la obra desde ya, aquí en la foto puedes ver cómo con un bote de cristal bien limpito y un poco de tiempo puedes tener preparados tus germinados en tres días.
Lo importante es mantener la temperatura controlada, que no le falte ni sobre agua.
Para hacer nuestro germinador casero necesitaremos:
- Bote de cristal. (Mejor lavarlo con agua caliente antes de usarlo)
- Rejilla (La podemos comprar en cualquier ferretería)
- Goma elástica. Sólo tendremos que cortar la rejilla más grande que la boca del tarro de cristal, usaremos la goma para cerrarlo bien ¡ y ya tenemos germinador!
Para empezar a germinar primero de todo tenemos que estar seguros de que la semilla está viva, es decir, que no ha sido procesada de ninguna manera. Muchas veces, a modo de alargar la vida del producto, éstas se han sometido a procesos de calor, y por lo tanto dejan de estar vivas y no nos brotan. Por ello, es importante asegurarse del origen de la semilla y de cómo ha sido procesada. Siempre deben ser integrales y mejor ecológicas, para beneficiarnos de ellas al 100%.
Debemos dejar la semilla unas 8 horas en remojo, el tiempo de remojado dependerá del tipo de semilla. Lo ideal es dejarla por la noche, y a la mañana siguiente ya estará lista para empezar a brotar. Esto es debido a que las semillas a modo de protección cuentan con una capa invisible a la que se le llama Inhibidor enzimático. Éstos, protegen a la semilla de la humedad, para que no comience a brotar hasta que no tenga las condiciones óptimas. (nº1 en la foto) Una vez pasado el tiempo de remojo, desechamos el agua, las enjuagamos bien y las ponemos en nuestro germinador. Para asegurarnos de que no se quedan húmedas, las colocaremos en una posición donde el agua pueda ir drenando. (nº2). El primer día lo ideal es cubrirlas con un paño. El mismo día por la noche, enjuagarlas con agua, y volver a dejarlas escurriéndose. (nº3). Es importante usar agua de calidad, y no la del grifo.
El segundo día debemos repetir el paso anterior, enjuagarlas con agua y escurrirlas. El tiempo de germinado dependerá de la temperatura exterior y del tipo de semilla, Cuanto más calor, brotarán más rápido. Tenemos que encargarnos de regarlas mínimo una vez por día.
Las lentejas y los guisantes son los que más rápidamente germinan. Al segundo día pueden estar listos. Las semillas de la foto son semillas de girasol y estaban listas al tercer día (nº4) Podemos usar los germinados para las ensaladas, las cremas, wraps, sandwiches y añadirlos allá donde nos parezcan ideales.
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